Carandiru
Se puede ver el gorgoteo de las entrañas en toda la película. Sin embargo, no se puede dejar de percibir que hay algo todavía más íntimo, eso que solemos llamar humano, pero no de la manera que se espera que sea. No por lo menos como la moral no lo permite.
Antes, hay que rehusarse a llamarlo humano, nada de lo que este por debajo de las entrañas del ser se puede llamar humano, pero si metafísico. Hemos perdido el derecho de llamarlo nuestro.
Lo otro si nos pertenece, la evidencia de la violencia. Si hemos de determinar qué es lo únicamente nuestro, antes debemos aceptar que eso que subyace, no debe ser más que propiedad de la metafísica. Y esto que late, no puede ser siquiera el mismo ser. Lo visceral es nuestro, lo demás solo tenemos derecho a pensarlo. Lo humano, solo podemos adorarlo, pero no pervertirlo, no con esos reos.
Le curan el dedo, se lo suturan, esa ínfima parte de toda su masa necesita que el hombre que le hace la sutura, fume crack. Y se enorgullece de que no quede más que un milímetro de separación. El herido le agradece, lo bendice, y él rápidamente lo calla: en boca de un ladrón, Dios es malo.
En las fauces de Carandiru se clamaba por Dios.
Una película de Rodrigo Santoro
3 Comments:
At 3:26 PM , OCHO said...
"en boca de un ladrón, Dios es malo" Ehhh, no lo sé, Hegel definitivamente discreparía.
At 9:55 PM , Marco A. Rodríguez said...
Solo lo puse por que me llamo la atención, esta sujeto a interpretarse; al pobre lo había mordido una rata en la punta del dedo índice derecho, le salió del retrete de su celda y… Dios, sí que le dolía.
At 4:15 PM , OCHO said...
Sí, entiendo... pero es que no puedes negar que detrás de la literaturta hay filosofía subyacente con la que se puede o no estar de acuerdo...
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