La vida dañada

Marco A. Rodríguez Valadez

Tuesday, January 17, 2006

Te estamos mirandooo, pequeño trai(habla)dooor.

Con aproximadamente tres minutos de diferencia, escribo lo ya escrito. Últimamente me da por tratar de ser el más traicionero de todos los pensantes. Apenas algo se atrofia en mi cerebro (o será que mi predisposición resiente hace que cuanto se avecina, se asuste y se deje manosear), empiezo a pasarlo de un carril a otro. Como cuando uno decide, en las enormes filas para entrar al metro, elegir la de un torniquete u otro, hablo, claro, de las ocho de la mañana en el metro Pantitlán, donde habita el mismísimo Minotauro, solo que este exige una cuota diaria de unos cuantos miles de usuarios.

¿Cómo?, pues clarísimo no. Eso que llamamos palabras, tratando de acortar el camino se escoge por las palabras. En la desesperación de encontrarse frente a un callejón y no por su sin salida, sino por que no hay más camino (por lo menos yo no espero nunca encontrar una salida, antes bien deseo no dejar de andar un camino). En efecto, el pensante éste opta por las palabras, y en adelante, se comienza a vanagloriar de las acertadas formulaciones. Lo patético es que, hacia fuera, lo que cuenta es darse a oír; si te escuchan ya te entenderán luego; si ellos mismos te siguen en el andar de tus palabras, creerán, a fuerza de no querer verse legos, que dices algo sobre algo.

Y para tus adentros bien entrados, aquellos donde esas ráfagas ingenuas se abalanzan sin saber lo que les depara, pones una sonrisa miedosa, esperando que te comprendan, que te perdonen por ser así. ¿Así como?, ahí si no me atrevo a convertir en lenguaje lo que de esa manera pre-forlmularia (sic) te señala tu vileza.

Dicen los grandotes que con los años te traicionas a ti mismo. Igual y no es otra cosa que hablarse de si mismo tanto, que esas cosas, desaparecen. Entre lo ha-decir (ya condenado desde que se le ve en potencia de algo), y su decirlo, desparece la línea, y entonces, todo es lenguaje. Hasta la conciencia. Volverse discurso de si mismo.

2 Comments:

  • At 11:57 AM , Blogger Esponjita said...

    Me gustó lo del minotauro pantitlónico, y más eso de que uno responde para no verse lego, aunque responda a "legueses" de otros que aveces las dicen para no verse idem.
    Por cierto ¿ha tomado clase usted con Josu Landa? Digamos que es uno de los pocos que conozco que no tiene pelos en la lengua, o dicho de otra manera: que no permite "legueses" en su presencia. El es uno de esos entes humanoides que le hacen sentir a uno que no es un lego por no entender ni jota de las onticidades y ontologicidades que salen en manada de la boca de los compañeros...
    Otro de ellos es, creo yo, al que se refería usted como traihablador... digo, aveces me doy vueltas por su página... pero decía, la diferencia es que éste último a veces no se toma las cosas suficientemente enserio...
    cómo ha estado usted?
    Yo estoy leyendo el libro VII de las Confesiones en honor a usted y a su compañero... y por cierto, lástima que llega tarde mi sugerencia: échele un ojo al libro XII de la Ciudad de Dios y el rollo de los ángeles malos: algo no funcionaba bien en al cabeza de Agustín:
    la esponja con diarrea dactilar.

     
  • At 3:15 PM , Blogger OCHO said...

    Pues claro que todo es lenguaje. Como dijo Rorty recientemente, la distinción entre lenguaje y mundo no existe. En esas condiciones, enorgullecerse de las formulaciones más acertadas vaya que es una forma de la vanagloria. Pero es gozoso hacerlo aún a sabiendas de la relatividad o fatuidad que les son intrínsecas.

     

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