La vida dañada

Marco A. Rodríguez Valadez

Saturday, September 01, 2007

El motor de este mundo

Quién, por un amor demasiado grande, lo que al fin y al cabo es monstruoso, muere de sufrimiento, renace para no conocer ni amor ni odio, sino para disfrutar. Y ese disfrute de la vida, por no haberse adquirido de forma natural, es un veneno que tarde o temprano corrompe el mundo entero. Lo que nace mas allá de los límites del sufrimiento humano actúa como un boomerang y provoca destrucción. De noche las calles de Nueva York reflejan la crucifixión y la muerte de Cristo. Cuando el suelo esta cubierto de nieve y reina un silencio supremo, de los horribles edificios de Nueva York sale una música de una desesperación y una ruina tan sombrías, que hace arrugarse la carne. No se puso piedra alguna con amor y reverencia; no se trazó calle alguna para la danza ni el goce. Juntaron una cosa a otra en una pelea demencial por llenar la barriga y las calles huelen a barrigas vacías, y barrigas llenas y barrigas a medio llenar. Las calles huelen a un hambre que no tiene nada que ver con el amor; huelen a la barriga insaciable y a las creaciones del vientre vacío que son nulas y vanas.


Henry Miller. Trópico de Capricornio

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