La vida dañada

Marco A. Rodríguez Valadez

Monday, March 08, 2010

NG LA BANDA LLEGÓ Y SE QUEDO… por Rafael Lam

Cuando los bailadores esperaban ansiosamente algún fenómeno musical masivo que estremeciera los salones bailables con telaraña, que trajera una nueva música y rescatara ese éxtasis y frenesí colectivo en que la música hace vivir y sentir a las grande multitudes. Todas las condiciones estaban creadas, solamente faltaba un genio musical que sintetizara y pudiera concretar un movimiento musical. Ese genio fabuloso se llama José Luis Cortés (El Tosco), que había transitado de manera triunfal por las dos bandas más resonantes de su tiempo: Lo Van Van (Juan Formell) y Los Irakere (Chucho Valdés).

-José Luis Cortés (JLC), recuerdo aquellos primeros días de la llegada de cuatro de los integrantes de NG La Banda a mi casa para publicar una entrevista en la revista Opina. Me contaron sus planes que me parecieron muy pretenciosos. ¿Qué ideas tú tenias en la cabeza?

-Pensábamos que podíamos buscar la música cubana del futuro, ser el punto de partida para lograr un nuevo modo de hacer los ritmos nacionales, sin parecernos a nadie. Es cierto que tú estabas prejuiciado con una serie de bandas que copiaban a Los Irakere, pero yo andaba en otra cosa. Mi origen es negro, afro, yo vengo del barrio, del mundo arrabalero. Mi problema no era el jazz, ni la música de herencia sinfónica europea, yo soy un cubano y me la jugué siempre por lo mío y ese concepto no ha cambiado, ni cambiará. Los músicos que en las academias no lograron un concepto, sencillamente fueron a la ruina.

-En el carnaval del verano de 1989, en el Cajón de El Malecón, creo que viraste de palo pa´rumba?

-En un carnaval lo que quiere la gente es gozar, aunque sea con la Sinfónica Nacional. Ese fue el momento en que le prendí la mecha al fogón, la candela al jarro, se acabó el pan de piquito. Comenzamos a tocar timba caliente, tumbaos, montunos, estribillos, coros con sabrosura cubana. Empecé a dialogar con los bailadores, a saludarlos, a meterme con ellos, para interactuar; a partir de ese momento todos comenzaron a hacerlo igual, incluso a pedir "aplausos que se vale", como se hace en los conciertos de teatro.

-¿Siempre me dijiste que el secreto de NG La Banda está en su base rítmica?

-A eso le llamo "la garra del tigre". En esa base contamos, al inicio con buenos tumbadores, bongoseros y las estrellas de Peruchín al piano con moña, Miguelito Pan con Salsa en el teclado, Giraldo Piloto en la batería. Los metales eran Elpidio Chapottín, Juan Mungía (sustituido por José Miguel, el Greco), ellos eran las trompetas. En el saxo Carlos Averhoff y Germán Velazco, sello de calidad.

-¿Me acuerdo que ese término de " La Garra del Tigre" lo utilizaste con el periodista de Juventud Rebelde, Pedro Herrera, quien se quedó estupefacto?

-NG sonaba como un tren, como una aplanadora.

-¿El trovador Silvio Rodríguez le llamó a eso la banda monolítica?

-Silvio siempre habló bien de la banda, también Pablo Milanés y Carlos Varela. Silvio cantó y grabó con Los Van Van y Adalberto y su Son. Pablo también cantó salsa y asistía, a raíz de sus operaciones, a los conciertos de salsa al Aché del Hotel Cohíba.

-¿Muchas de tus canciones levantaron ronchas?

-Rubén Blades compuso canciones que son verdaderas crónicas de la sociedad que el conoce en Nueva York. Cada uno crea canciones para reflejar la sociedad en que vive. Mis canciones son también crónicas de barrios, de gente de todo tipo, de conflictos humanos y sociales. La pieza El trágico, es una pintura sobre un barrio de La Habana en el Período Especial de la década de 1990, El picadillo de soya, es parte de nuestra supervivencia, Crónica social, es un panorama de la tragedia que vive cualquier grupo de personas. ¿Si no tomas las grabaciones de la salsa y la timba, para analizar el fin de siglo cubano, cómo puedes describir todo lo que pasó en esta complicada etapa de nuestra vida nacional?

-¿Has sido como un maestro de los músicos cubanos y una especie de mecenas con algunos?

-He ayudado a todo el que se me ha acercado, a muchos grupos femeninos de salsa, a estudiantes, cantantes, flautistas. Tengo una escuela, una Camerata de flautistas femeninas y una escuela de cantantes. Estoy seguro que de estos músicos surgirán estrellas del instrumento y del canto; ya contamos con algunos frutos.

-¿Juan Formell en 1998 y Chucho Valdés en el 2008, reconocieron que tú eres el verdadero rey de la timba, el que amarró la música que iniciaron ellos con Irakere y Los Van Van?

-Yo recibí la sabiduría de la música de ellos, de Formell adquirí su sencillez y gracia para que el bailador disfrute y de Chucho Valdés aprendí su perfecto entrenamiento, su trabajo conceptual, la fusión del jazz con lo afrocubano. Son dos verdaderos genios, yo tengo la mitad de cada uno de ellos dos.

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