La vida dañada

Marco A. Rodríguez Valadez

Sunday, May 10, 2009

Comentando el último texto de Cora:

Marco A. Rodríguez 05.05.09

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----Hacia el final de la respuesta de Cora encontré que más allá de la necesidad de componer un cuadro psicosocial de la situación cuyo factor principal es el miedo, se encuentra la subjetividad corporal de todos los que más que componentes somos siempre trascendentes a un sistema. Ante la amenaza hay una huella que queda en esta dimensión corporal.
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----Las peguntas siguen sosteniéndose no para decidirnos a priori sobre la incapacidad de respuesta de las personas antes fenómenos de agresión psicológica y sus efectos objetivos que en su comportamiento se concretan, sino más bien para ver que los pequeños signos que han salido a luz en estos días, aunque tenue y débilmente, indican la ruta de una sociedad inconforme, de un pueblo que poco a poco se pone en el camino de su propia ruina o de su irrupción con conciencia (mala conciencia si quieren) de ser el mismo quien lleva el volante. La tendencia irreversible es que, frente al gobierno, si bien en ese bloque amorfo que es la opinión pública sembrada de escepticismo, la sociedad mexicana ha marcado una distancia ante el intento de paternalismo por parte de los mensajes del gobierno federal y los gobiernos locales. No es todo el espectro de la sociedad de manera homogénea, la respuesta es tan diferente que la susceptibilidad de reacción crítica depende en demasía de factores como la clase económica y la región, es decir, de condiciones determinantes dado el centralismo y la desigualdad en este país.
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----Lo silencioso del enemigo ha detenido la aparición de la sociedad civil (esto por la comparación más inmediata que es el terremoto de 1985), pero no es allí, en la estrategia a adoptar contra el virus, donde, desde mi punto de vista, la sociedad ha puesto su necesidad de discutir. Coincido plenamente con Cora en que es cada vez más notoria la necesidad de hacer públicas las reservas ante cualquier diagnóstico que el gobierno hace de los problemas del país, de ponerlas en escena ante un público, sea éste la familia o los que tienen la oportunidad de conformar colectivos con la intención expresa del debate y la discusión.
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----Pero la sensación ficticia sobre lo que ocurre habla aun de la distancia mediática de la sociedad frente problemas que recurren a medidas que rompen el cerco de lo cotidiano. Esto por la curiosa respuesta que menciona Cora en su cuestionario, la gente sintiéndose como en una película. El recurso de confrontar escenarios según el imaginario cinematográfico es, a mi juicio, aun una forma infantil de montar lo posible según escenarios esperados, ya vividos aunque sean solo ficciones, y de este modo la propia subjetividad del cuerpo social sabotea su potencial de reacción crítica.
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----Lo que aparece más allá de todo escenario enajenado que la sociedad ponga frente a sí es la respuesta del dolor inocultable de la subjetividad corporal ante la opresión. El síntoma puede ser leído mítica o ideológicamente, pero ninguna capa encubridora puede prescindir de su contenido objetivo. Es la subjetividad experimentando la propia imposibilidad de contener la respuesta ante la agresión. Es esa experiencia de resistencia silenciosa de que nos habla Cora.

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