La vida dañada

Marco A. Rodríguez Valadez

Friday, June 01, 2007

Reconociendo

A qué velocidad transcurren las cosas es a qué velocidad transcurre mi cuerpo. Así noto de éste su pesadez, su densidad, la calaña de sus pensamientos.


Cuando se trata del autoengaño le vasta la más superficial y burda de las mentiras. Ser tan ingenuo muestra la intensidad de su necesidad por no reconocerse.

Para el alma otoñal.

Y después de todo la hoja cae; luego de su tambaleo y de todo el vértigo que le obliga a aferrarse a una rama con cuyo tono cenizo ya es un continuo. Ésta rama, brazo adelgazado súbitamente frente aquella robustez del tronco, posee la vida que aquella hoja ya no pero jamás poseerá la vida que otrora la hoja en su verdor.
Y así cae después de todo vano intento, se abandona la hoja nostálgica de su estar muriendo, añorando el pulso de su desintegración. Así va la hoja a descansar en la resignación.

Dime qué necesitas

En una mano llevaba un armadillo y en la otra una condena. De lo que trataba este cuento es de un hombre al que la muerte se le colgaba en los hombros como una prostituta borracha. De lo que trataba este cuento es de lo bondadoso que fue este hombre cuando la tendió en un camastro y concedió hacerle el amor a cambio de un suspiro que lo redimiera. Éste hombre tampoco la creía capaz de gran cosa. Éste y todos cuantos la habían pagado la veían igual de inofensiva como seductora. A eso jugaban uno tras otro, ha hacerse los vivos; su atractivo era el de la mariposa que pide ser pisoteada pero, en cambio, se deja atrapar y se entrega a los juegos de unas manos primero agresivas, ahora amansadas.
Por qué seguir abriendo las piernas se decía de vez en cuando. De lo que se trataba este cuento era de la bondadosa prostituta que le concedió a ese pobre hombre una petición. Él pedía se la hicieran pese a sus roídas carnes de tanto suplicarla, lo desagradable no es aquí algo que importe.
Así la comapsiòn de ella: se hizo sentir necesitada, se hizo sentir solitaria y ávida de calor.
De lo que se trataba este cuento era de la solitaria muerte, no del solitario hombre con un armadillo en una mano y en la otra una condena.