La vida dañada

Marco A. Rodríguez Valadez

Saturday, January 21, 2006

En "Enero"

"Acaso el último respiro es pensar sobre el fracaso. Pensar, esa acción desesperada que nos aleja del estado del tiempo, de la inminencia de la revelación: la vida es un accidente, quizá un azar... peor, una caída siniestra en el destino."

Carlos Oliva M.
http://colivamendoza.blogspot.com/

Friday, January 20, 2006

De algo inmortal en Borges

Borges, en El inmortal, exactamente en el capitulo IV, página 23 en la edición de bolsillo de El Aleph publicada por Alianza Editorial, dice:
Ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte; lo divino, lo terrible, lo incomprensible, es saberse mortal.

No sé si es por la impresión que dejan los escritos de Borges, o por que, en si misma es impresionante la coronación literaria de siglos de especulaciones que se concentra en unas cuantas páginas, lo que da la sensación de que se reduce el problema a su más vasto contenido.

Pero bueno, veamos que es lo que nos dice en estas cuantas frases, y advirtiendo que no es más que una interpretación más, si se quiere la peor, la que aquí se da.

La inmortalidad no es mas que el deseo que se proyecta desde una conciencia de finitud; es tan radical, que necesita de su completo opuesto para concederle la añoranza a un estado de angustia.

Escuchaba hace unos días uno de los vertiginoso conciertos para piano de Bethoven. Por un instante pensé que toda caída, que todo cambio posee cierta linealidad que parece, en su desenmascaramiento, homogeneizar todo lo subsiguiente. Y en este mismo relato, Borges habla de la anulación, o más bien, neutralización de todas las acciones humanas. Una sensación de constante redimir que no termina sanando nada, por que en realidad, nada se ha fracturado. La idea imperante, más en este mundo de constante violación de lo existente como tal, es que cualquier sentido, en especial el más apabullante que es el que apunta a la aniquilación, no es más que el cobro de una deuda, ya sea adquirida con anterioridad, o en la posteridad. En otro sentido, una donación moralmente aprobable es un pago que se anula al instante, sin rastro o estela alguna que pueda calificar, o incluso esenciar bondad en el sujeto que la obra. Nuestra constitución, absorbida y diluida en el todo del devenir universal, no es más relevante que cualquier otra.
Entonces, el artilugio del que se ha valido el hombre para dotar de sentido el obrar en su existencia, no es más que ese deseo de inmortalidad. Llevando ese deseo a su especulación, insertada en la historia, Borges devela que el único movimiento que parece estar dotado de presencia, aunque sujeto a la misma absorción, es el pensamiento.

En la página 24 nos dice:
El pensamiento más fugaz, obedece a un dibujo invisible, y puede coronar,, o inaugurar, una forma secreta

Puede ser que nada de lo que hagamos signifique realmente algo, pero la dinámica del universo, fuera de su inescrutable proceso natural, se da en la libertad del pensamiento humano. Un pensamiento, proveniente de una intuición pre-estructurada, fractura la totalidad temporal. Este “dibujo invisible”, es el que se inserta y se identifica con alguna otro que se haya dado o que se dará. Esto es ya una creación de dinamismo. Movimiento que se ensambla en una forma de la cual no se tendrá noticia.

El hombre quiere ser inmortal para poder tener conocimiento de todas y cada una de esas “formas secretas” que reclama como suyas. Rehúsa resignarse a ese despojo que implica la ocultación de ellas.

Esta constante, abre una herida de la cual brota la conciencia de finitud.

Wednesday, January 18, 2006

De la "guagua"

Me gusta estar presente cuando se dice lo que en algún otro momento debió ser dicho, y no en el momento en el que se dijo; esta inoportunidad del único momento oportuno, no es menos oportunista que decir las cosas cuando se debe decirlas. Ahora que, no decir lo que nunca se debió haber dicho, debe ser una satisfacción asfixiante como esas que uno siente cuando el tiempo de participar en una clase, ya no existe; y antes, se tuvo la sensación de que lo ha-decir, no era nada que debiera decirse. Nada brillante talvez.

Tengo un profesor, de esos que dicen mucho y a la vez nada, pero que con eso dicen más que si hubieran dicho lo que se debía decir. Talvez en este deber consiste el enseñar. Una especie de imperativo didáctico, que selecciona, escoge, evalúa, desecha, cosecha, jerarquiza, y si se quiere tomiza, todo lo que en la mente de un maestro revolotea. El problema es que sus palabras no pueden revolotear del mismo modo que sus pensamientos. Aunque hay algunos que esto les importa poco.

Y entonces, de que va esta posteada. De lo mismo, pero me sale más barato en el anonimato. De decir revuelos, y para variar, de lo más chafas.

Punto y aparte. Cabrera Infante, por ahí, en algún lugar de La Habana para un infante difunto, nos dice que la palabra guagua, es un misterio para los filólogos del argot cubano, y que al parecer, como hipótesis más cercana (más por su obviedad que por su real probabilidad), es que proviene de wagon, palabra en inglés con la que se denominaba al transporte en cuba. De ahí, excelsamente latinizado, se deformo hasta llegar a guagua. Lo interesante es que, nos dice Memo(de apellido-adjetivo para mujer que gusta de las riñas), en Perú guagua se le llama a los niños pequeños, muy pequeños. Por lo que, si un cubano escucha decir aun peruano: tomo la guagua y la sumergió en las aguas del río, la saco y comenzó a secarla, le produciría una comezón surrealista bárbara.

Tuesday, January 17, 2006

Te estamos mirandooo, pequeño trai(habla)dooor.

Con aproximadamente tres minutos de diferencia, escribo lo ya escrito. Últimamente me da por tratar de ser el más traicionero de todos los pensantes. Apenas algo se atrofia en mi cerebro (o será que mi predisposición resiente hace que cuanto se avecina, se asuste y se deje manosear), empiezo a pasarlo de un carril a otro. Como cuando uno decide, en las enormes filas para entrar al metro, elegir la de un torniquete u otro, hablo, claro, de las ocho de la mañana en el metro Pantitlán, donde habita el mismísimo Minotauro, solo que este exige una cuota diaria de unos cuantos miles de usuarios.

¿Cómo?, pues clarísimo no. Eso que llamamos palabras, tratando de acortar el camino se escoge por las palabras. En la desesperación de encontrarse frente a un callejón y no por su sin salida, sino por que no hay más camino (por lo menos yo no espero nunca encontrar una salida, antes bien deseo no dejar de andar un camino). En efecto, el pensante éste opta por las palabras, y en adelante, se comienza a vanagloriar de las acertadas formulaciones. Lo patético es que, hacia fuera, lo que cuenta es darse a oír; si te escuchan ya te entenderán luego; si ellos mismos te siguen en el andar de tus palabras, creerán, a fuerza de no querer verse legos, que dices algo sobre algo.

Y para tus adentros bien entrados, aquellos donde esas ráfagas ingenuas se abalanzan sin saber lo que les depara, pones una sonrisa miedosa, esperando que te comprendan, que te perdonen por ser así. ¿Así como?, ahí si no me atrevo a convertir en lenguaje lo que de esa manera pre-forlmularia (sic) te señala tu vileza.

Dicen los grandotes que con los años te traicionas a ti mismo. Igual y no es otra cosa que hablarse de si mismo tanto, que esas cosas, desaparecen. Entre lo ha-decir (ya condenado desde que se le ve en potencia de algo), y su decirlo, desparece la línea, y entonces, todo es lenguaje. Hasta la conciencia. Volverse discurso de si mismo.

Monday, January 16, 2006

El pasado

Yo simplemente le pregunte: ¿cómo le hace Usted para no desesperar? Y el me respondió, al parecer turbado, pero desde un lugar lejano, y sin embargo, el tono de su voz arrastraba el suficiente rastro para notarlo: ¿desesperarme de qué? –Pues de qué va ha ser, de no estar aquí.

Su expresión se congeló, mejor, su expresión despareció, toda intención en su rostro perdió huella. Talvez yo lo hubiese perturbado, pero no tanto como él lo requería, a fin de cuentas, todos le preguntaban lo mismo. Él siempre prefirió ir a cualquier otro lado. En fin, hubo un día en que no tuvo más la opción de regresar.

Si uno se va, en lo primero que piensa es en el regreso. De lo contrario, lo que en la lejanía del futuro se dibuja es apenas una pálida realización de algo que no posee sentido. Regresar es lo que puede dotar de alguna nitidez a lo que adelante sigue.

El decidió no regresar, como nunca antes lo había decidido, y se dio cuenta de que era el primer hombre que había perdido el derecho a arrepentirse. La firmeza de su elección fue tal que lo despojó de la contingencia. Todo lo que desee se cumple, pero no puede arrepentirse de nada, jamás va a poder regresar.
Para estos momentos ya le debe ser imposible querer cualquier cosa, talvez por eso me decía que algún día podría morir, aunque eso no lo querría jamás. Ahora tendrá que querer no quererlo, y sin lugar a dudas, morirá cuando esto pase.

Sunday, January 15, 2006

Carandiru

Se puede ver el gorgoteo de las entrañas en toda la película. Sin embargo, no se puede dejar de percibir que hay algo todavía más íntimo, eso que solemos llamar humano, pero no de la manera que se espera que sea. No por lo menos como la moral no lo permite.

Antes, hay que rehusarse a llamarlo humano, nada de lo que este por debajo de las entrañas del ser se puede llamar humano, pero si metafísico. Hemos perdido el derecho de llamarlo nuestro.
Lo otro si nos pertenece, la evidencia de la violencia. Si hemos de determinar qué es lo únicamente nuestro, antes debemos aceptar que eso que subyace, no debe ser más que propiedad de la metafísica. Y esto que late, no puede ser siquiera el mismo ser. Lo visceral es nuestro, lo demás solo tenemos derecho a pensarlo. Lo humano, solo podemos adorarlo, pero no pervertirlo, no con esos reos.

Le curan el dedo, se lo suturan, esa ínfima parte de toda su masa necesita que el hombre que le hace la sutura, fume crack. Y se enorgullece de que no quede más que un milímetro de separación. El herido le agradece, lo bendice, y él rápidamente lo calla: en boca de un ladrón, Dios es malo.

En las fauces de Carandiru se clamaba por Dios.
Una película de Rodrigo Santoro

2356

Tendrían que haber visto esto. Dos jóvenes, por demás hermosas, patinaban por el camellón de la avenida Chimalhuacán, en mi querida ciudad Nezahualcóyotl (antes tenia que escribir en las fechas de mis cuadernos de mi primaria: Netzahualcóyotl, un día desapareció esa “t”, y era digno no volver a cometer el error, yo era de esos que atendieron a la norma de inmediato, será por que nunca me atreví a pedir una explicación). Hermosas como solo ellas podrían serlo. Y era de noche, y no cualquier noche. Por que las noches de frío no son cualquier noche. Y dos mujeres de aproximadamente 16 o 17 años de edad, entonces, eran dos jovencitas, patinaban; como iba a ser cualquier noche. Solitaria, como solo la noche sabe serlo. Yo regresaba de pasar una tarde en el museo Rufino Tamayo e ir a tomarme un café como solo yo se hacerlo, solo.

Mi ciudad Nezahualcóyotl tiene algo de recóndito que ni sus avenidas que aspiran a considerarse una extensión de las del D.F. pueden quitarle. Y ahí, donde la belleza parece no tener ganas de ser, patinaban esas dos mujeres. Como solo ellas podían hacerlo, es decir, de la manera, en el lugar y en el tiempo exactos para arruinarle día a los solitarios que a esa hora regresan a su lecho.

Yo solo entendí, cuando escuche su risa, que las sirenas de la noche, son más peligrosas que las del gran océano.

Monday, January 02, 2006

Para hacer cualquier cosa (importante)

Quien no ha tenido la cabeza sublimada y disipada en una horda de sueños, tan inmanentes, que alimentan las ganas de regresar al mundo real para llevarlos acabo. Pero al final las pretensiones de la cabeza terminan esterilizando cualquier posibilidad de llevar a acabo algo, en cambio la impotencia ante lo omnipresente de la realidad frustra toda intención. La impotencia crece conforme el momento oportuno se torna el más improbable para cualquier acción. Los pies están tan fijos en el suelo, a ese suelo tan duro y frívolo, tan capaz de romperle la crisma al que se estrelle sobre él.
Lo que se espera de la realidad no es que ella misma proporcione una posibilidad, es más bien, que ella se fracture, por una fuerza que de ella no provenga y ante la cual se muestre su finitud.
Parece una idea absurda esperar la finitud de lo real para atreverse a arrojarse a la acción; pero, por lo menos yo, considero que algo hay de absurdo en ese estado de expectativa siempre humano.
A proposito de esos grandes propositos de Año Nuevo

Sunday, January 01, 2006

1(uno)

En esta ocasión, la primera de muchas que espero se den, externo unas cuantas líneas (entre las que se cuenta la hasta aquí escrita). ¿Que es difícil escribir?, ¿por qué no habría de serlo?. Por lo menos para mi lo es; por que creo que escribir es asumir una responsabilidad con el lenguaje, o sea, con todos los participes de él, pero esto no se debe confundir con la búsqueda de la complacencia, más si de la inteligencia; ya que solo en esta, la simpatía se conserva hasta en las más aguerridas discusiones.Espero ser una invitación al pensamiento, y un invitado del suyo.Y esta cordialidad, puede ser la fachada del que tantea a los lectores, pero si yo mismo me descubro en esta treta, ¿desparece?.