La vida dañada

Marco A. Rodríguez Valadez

Thursday, March 30, 2006

...al tiempo que apuñalo a mi padre y a mi madrastra...

No es solo el rincón de la recomendación lo que pretendo con publicar esos fragmentos en las últimas entradas. Es solo un compartir. Traer a lo público rincones de la literatura que abran llagas estéticas, en el caso del último fragmento de Coetzee, o lúdicos juegos del argot cubano, en Tres Tristes Tigres. Dos novelas que me acompañaron en estos últimos días.
En medio de ninguna parte es una relectura, y espero no deje de serlo en el paso de los años. Un libro lleno de misterios, y creo, en mi humilde opinión, que la fuerza radica en los delirios de un yo que se construye en su despojo de alteridades. Acaso maniacas son las relaciones que se tejen con una serie de personajes que siempre parecen constituir una amenaza mundana; o talvez la distancia que se abre en la introyección es la que configura una alerta, en cuanto esta sea posible en el tedio. La pérdida de todo sentido en una inmensidad de miseria, de la cual ni siquiera se es parte. Todo tiene como termómetro demencial al lenguaje.

Tuesday, March 28, 2006

239.

También oigo voces. Es precisamente el comercio que mantengo con las voces lo que me ha impedido convertirme en un animal, pues estoy convencida de que si esas voces no me hablasen hace ya mucho tiempo que habría abandonado todo empeño por hablar y me habría puesto a aullar, a eructar, a chillar. El marino, en al isla desierta, habla así a sus animales: "¡Polly, bonito!", le dice al loro. "¡Atrápalo", le dice al perro. Pero siente en todo momento que sus labios se endurecen, que la lengua se le espesa, que la laringe es cada vez más áspera. "¡Guau!", dice el perro. "Ca-ca-ca-ca", dice el loro. Y pronto, muy pronto, el marino salta a cuatro patas, mata a las cabras de la isla a golpes que les propina con fémures, comiéndose la carne cruda: no es el habla lo que convierte en hombre al hombre, sino el habla de los otros.



Coetzee, J.M. En medio de ninguna parte. (In the Heart of the Country)

Friday, March 24, 2006

Resentimiento

12. Hubo un tiempo en que imaginé que si hablase largo y tendido terminaría por revelárseme qué significado tiene el ser una solterona colérica, enclavada en medio de ninguna parte. Pero por mucho que olfateé cada anécdota como ventea el perro su presa, no doy con esa embriagadora expansión que me transportaría al dominio de lo hipotético, esa expansión que define el inicio de una verdadera doble vida. Ansiosa por dar forma a las palabras que me traduzcan al reino del mito y del héroe, aquí sigo, sigo siendo la misma, la desaliñada mujer que siempre he sido, envuelta por el tedioso calor de un verano que no llega a trascenderse. ¿De qué carezco? Lloro y hago rechinar los dientes. ¿No será sino mera pasión? ¿Es meramente una visión de una segunda existencia, una existencia suficientemente apasionada para transportarme de la mundanidad del ser a la duplicidad de la significación? ¿Acaso no me tiembla cada poro de la piel por la pasión de lo vejatorio? ¿O es que a mi pasión le falta un punto de voluntad? ¿Seré acaso una solterona iracunda, pero al fin y al cabo complaciente y campestre, envuelta por los brazos de todas mis furias? El relato de mi rabia y su fatal secuela: ¿voy a subir a este vehículo, voy a cerrar los ojos y dejarme llevar por la corriente, por los rápidos y las aguas traicioneras, hasta despertar refrescada en la mansedumbre del estuario? ¿Qué automatismo es este, qué liberación habrá que proporcionarme? Sin liberación posible, ¿qué sentido puede tener mi relato? ¿Siendo de veras la riqueza del ultraje que supone mi destino de solterona? ¿Quién se esconde tras mi opresión? Tú y tú, digo al tiempo que remueve las ascuas, al tiempo que apuñalo a mi padre y a mi madrastra. Entonces, ¿por qué no me habré escapado de ellos? Mientras exista otro lugar en el que pueda vivir, también a mí me señalan los dedos celestiales. O tal vez esté –aunque hasta la fecha no lo haya sabido, aunque, ay, por fin lo sepa, y lo sepa bien- reservada a un destino más complejo: ser crucificada cabeza abajo a manera de aviso para todos aquellos que amen y atesoren lo cólera que les mantenga y carezcan de la visión suficiente para referir otro relato. En cuyo caso, ¿qué otro relato puede quedarme? ¿Casarme con el hijo segundón del vecino? No soy una campesina feliz. Soy una miserable virgen negra y mi relato es mi relato, por más que no sea estúpida, sombría, ciega, negra historia, ignorante de su propio sentido y de todas sus hipotéticas, felices variantes. Yo soy la que soy. El carácter es el destino. La historia es Dios mismo. Resentimiento, puro resentimiento.


Coetzee, J. M. En medio de ninguna parte. (In the Heart of the Country)

Tuesday, March 21, 2006

Leyendo

Carta a E(s)telvina, (frag.) :

Ya acabé de fregar la losa del almuerzo y ya Gilberto se fué otra vez para el trabajo y puedo seguirte la carta de esta mañana con más tranquilidá. Como te iba diciendo esa hija tulla se ha buelto buena perla aquí en la Habana que es una ciudá pernisiosa para la gente joven y sin esperiensia. Por Harsenio Qué que está trabajando aquí nos enteramos que ella estaba andando mucho por Radiosentro que es ese edifisio grande donde esta la estación de radio CMQ ya hay un teatro y cafés y restoranes y muchísimas cosas más. Gloria estubo mucho pero mucho pero mucho tiempo sin venir por aquí y un día vino a la casa y no hizo más que llegar y sentarse y pido una servesa, así como lo olles. Muchacha le dije yo. Te cres que estás en una barra, aquí ni tenemos servesa ni refrigidaire ni Gilberto puede tomar por el hígado y tú sabes que me dijo. Pues más bale que Gilberto se compre una servesa para que vean ustedes cómo he subido. Yo no entendía lo que me quería desir. Subido le dije a ella subido adónde? Ella me dijo entonse, bueno consiganse un diario para que me vean. Gilberto el pobre fue a casa de Genaro que es un vecino tabaquero que tenemos, negro él pero muy buena persona, que le prestó el periódico. No bien lo trajo Gilberto ella se lo quitó de las manos, lo abrió y nos lo entregó y que tu crees que bimos allí en el Mundo, pues a tu hija anunciando Polar. Ella está allí casi en cueros, con una trusita de esa que se llama bequini y que no creo que tú conoscas ni cosa por el estilo, nada más que con dos tiritas una arriba y otra abajo que parecen más bien una antifás y un pañuelito de mujer y sin más nada pero más nada está parada junto a un oso blanco y le pone la mano ensima y todo. El anunsio dise La Bella y el oso son sinonimos de Polar y luego sigue un letrero que perece una cosa indesente y no lo es y sí lo es si lo miras bien y en medio de todo esto como si el letrero fuera una mano de letras los dedos así como de letras manosean toda a tu hija Gloria Pérez que ya no se llama ni Gloria ni Pérez ni cosa que se le paresca.

Ella se llama ahora Cuba Venegas que parese ser un nombre que vende según nos dijo ella, pero a mí no me preguntes qué es lo que vende...



Ahí por la 54:

Cuando entré lo primero que sentí fue un olor, sabroso, a comida. Pensé, si me invitaran a almorzar. Hacia por lo menos tres días que no comía más que café con leche y algunas veces pan con aceite. Vi frente a mí un hombre joven (cuando entré estaba a mi lado, pero me volví) de aspecto cansado, pelo revuelto y los ojos opacos. Estaba mal vestido, con la misma camisa sucia y la corbata que no anudaba bien separada del cuello sin abrochar sin botón. Le hacia falta afeitarse y por los lados de la boca le bajaba un bigote lacio y mal cuidado. Levanté la mano para dársela, al tiempo que inclinaba un poco la cabeza y él hizo lo mismo. Vi que sonreía y sentí que yo también sonreía: los dos comprendimos al mismo tiempo: era un espejo.


Guillermo Cabrera Infante, Tres Tristes Tigres

Sunday, March 19, 2006

El día más feliz de mi vida

Mientras caminaba por las calles del Centro histórico (que nada tenía de histérico en esta ocasión que desnudaba la posibilidad de un acogedor andar por sus calles, imposible en la instaurada cotidianidad que ha consagrado el epíteto psicológico), me tope con el Dragón Chino. Cobraba vida, muy escuetamente, dada la evidencia de los que conducían su ondulante andar aéreo: una hilera de hombres que lo sujetaban bajo su sensible y alargada panza. Esto me impedía ascender al símbolo y reparar más en su acartonamiento.

Pero no impidió que ha mi mente regresara aquella sensación de plenitud sensorial, espiritual, que cuando niño, experimente en una tarde de celebración en el Barrio Chino de esta ciudad. No recuerdo mi edad en aquel entonces. Lo único que recuerdo con certeza, es el nulo abrigar de esa chamarra de mezclilla color vino que traía puesta (defecto esencial que nunca me atreví a denunciar ante mi madre, por el amor con el que creía cobijarme al ponérmela), el ajetreo de la gente aglomerada en las banquetas que presenciaba al ondulante dragón, a mi padre que me cargaba en sus hombros por espacios infinitos de tiempo.

No recuerdo con precisión los detalles. La fuerza de aquel sentimiento es inaprensible, por lo menos para mi corta capacidad literaria, en palabras. Por miedo a traicionar el recuerdo de aquel momento me niego a describirlo, a cartografiarlo (aunque el término no sea del todo necesario para condenar la narración de momentos jubilosos, si es que no se llevan a cabo con la suficiente sensibilidad estética).

Me quedo con el dulce sabor de esa imagen borrosa en sus trazos, viva en su sentimiento, que en días como el de ayer, me hace asegurar una cosa: ese fue (y es ahora solo una evocación impredecible en su aparecer), y muy probablemente será, el día más feliz de mi vida.

Saturday, March 11, 2006

Tarde de Turquía

A Jessica Varela

Sencillo, solo fue necesario un poco de paciencia. Llegar poco más de una hora antes al evento gratuito, hacer una fila que en veinte minutos más ya era: que bueno que no pase a hacer antes de salir. Sí, este sacrificio me premió con una cómoda silla. En efecto, me toco asiento de tercera fila al ingresar entre los primeros, unos quince minutos antes de las cinco, a la Plaza de las Artes.

Bueno, palabras sobran, una fecha del Eurojazz memorable. Tarde de Yil, turco con músicos bien mexicanotes. El bruto de mí apresuro impresiones, tentado por el exotismo de esa novedad en mi vida, le dije a mi primo: “Hasta ahora reparo en que son turcos, es la primera vez que veo turcos. Si alguien pregunta algún día si alguno de los presentes ha visto un turco, yo, claro, si estoy presente, alzare la mano triunfal, en ese momento seré más vivido que cualquiera de ellos”. Luego de que terminara la primera melodía, el Yil nos dice en un español de conjugaciones infinitivas inagotables, que los músicos que venían con él eran mexicanotes. Bueno, aquella soñada oportunidad de protagonizar mi referido sueño se desvaneció de inmediato, salvo por el Yil, pero haber visto un turco no es lo mismo que si hubiese visto turcos. No, así no alzaría la mano en tal ocasión.

Y el Yil me conmovió hasta las lagrimas, bien disimuladas, cuando bajo a tocar entre el público. Andaba con esa expresión límite en el rostro de todo saxofonista en el clímax. A todo pulmón solemos decir. Yo solo me di cuenta que todo dualismo se desvaneció ante su dorado instrumento, su exótica túnica, su calva cabeza, su expresión en el rostro, ese gesto, esa música de infinito asenso que puede ser el jazz; una melodía de sensual desgarro, una vorágine de notas que apuntaban a una sola cosa, liberar mi corazón, mi alma, en fin, mi cuerpo.

Lágrimas marrones.

DM

See the stars they're shining bright
Everything's alright tonight


See the stars they're shining bright
Everything's alright tonight


Hace un par de años experiencié en la comodidad de mi hogar: one night in Paris.
Así conclcuía.

Hoy por la mañana me enteré que Depeche Mode viene a México, no puedo hacer mas que expresar mi entusiasmo.

Friday, March 10, 2006

Desorientado II

En este país, en el cual los problemas se encuentran inconscientes, en el sentido de no traídos a conciencia como verdadera correspondencia con una posición política, en otro sentido, concientes en tanto son evidencia, ¿somos capaces de advertir en la evidencia de algún efecto lo que hay detrás?.

A diario, uno no puede dejar de ver algún limosnero, en el mejor de los casos adulto, pero más cotidianamente un niño, que se retrae a un estado desde el cual le es posible mostrar un rostro que no confronte la supuesta suficiencia, que implica su poder de dar, de aquel a quien pide. Él mismo esta conciente de que no hace falta que nos haga concientes de nada, acaso su esperanza se cifra en que coincida su pedir con un gesto de automática benevolencia de ese a quien se dirige de paso, entre cientos de rostros con los cuales no inetenta jamás se establecer un vinculo de caridad, mucho menos de exigencia moral.

En este enfrentamiento de máscaras, es necesario ser radicalmente orientales.Tal contienda es creación de una no menos radical modernidad, donde la imagen responde a un modelo en el cual los personajes han perdido el compromiso que se necesita para cumplirlo; al ver que es posible su parcialidad hipócrita, se limitan a actuar el papel con plena indiferencia. De este modo se renuncia a tensar el modelo, se oculta lo evidente tras el rostro moldeado en el eidos lógico de causalidades.

Para la existencia del pobre hay una perfecta explicación: en números, en capital, en estadísticas, en códigos que explican la perversión de la recreación que se ha hecho de lo ideal, sobre todo en la desgracia histórica de Latinoamérica.

Despojando a esa evidencia de las máscaras que la hacen apariencia (objetivaciones secundarias –inatendibles por ser ya sensibles- de cuestiones cifradas en códigos económicos), puede que encontremos, en cada particularidad, el verdadero gesto de un telos ya consumado: el gesto - expresión y no mueca- de dolor de aquel que se oculta tras nuestra lógica para que le respondamos. Ese telos no es el pensado en el modelo, no es el no presente, es el ya puesto ahí en frente; exige no ser regresado a sus causas, sino atendido desde sí, visto como perogrullo alarmante, y entendido desde lo que en él dura, en su contexto inmediato: hambre, pobreza, enfermedad, exclusión... negación.

Desorientado I

El gobierno de Estados Unidos piensa enviar tropas militares a la frontera. La fuerza policial actúa para resguardar las leyes, pero ya no es suficiente, se necesita una fuerza combativa que responda, y no solo resguarde.

Un país que expulsa a sus habitantes a fuerza de hambre y otro que los recibe a tiros, talvez dentro de poco a bombazos, en pos de un "modelo" de libertades que se resguardan en las fronteras exclusivas de los Estados Unidos. Tierra de la exclusividad, donde el modelo se instaura creando la ficción de su realidad, y resguardándose en pos de su conservación, la conservación de su imagen. Esto es lo que crean los "modelos" en occidente, violencia en pos de resguardar su imagen, su idealidad se persigue desde la premisa (velada) de que son exclusivos; su exclusividad yanqui crea la ficción que a su vez crea el pánico, la xenofobia. Y los de este lado "suputan" (evalúan solo un presente y su tendencia en su más ceñido contexto) la situación de su vida, por que se les ha obligado a ello, el telos es la inmediatez del pan, y la estrategia se pone a prueba en la frontera.

Una trágica combinación de práctica oriental constreñida y pervertida por un telos occidental bastante empobrecido es lo que hacen nuestros mojados.